En 711, los musulmanes entraron en la Península ibérica, destruyeron el Reino visigodo y en pocos años se hicieron con el dominio de todo el territorio. El objetivo de su exposición es la de explicar las consecuencias que estos hechos tuvieron en los actuales territorios de la antigua Vasconia -Euskal-herria-.
Mikel Pozo comienza su charla con la descripción de los recientes hallazgos realizados en Pamplona, que ilustran al mismo tiempo, la presencia de los musulmanes en la Ciudad, así como las estrechas vinculaciones de los Dirigentes cristianos con el Poder islámico; también expone brevemente las características del hábitat rural mediante ejemplos arqueológicos de esa región. A continuación, pasa a analizar las distintas formas en las que los actuales
territorios de Álava, Pamplona y el sur de Navarra se integraron en al-Andalus.
En la Navarra meridional, el tan célebre como des concertante conde Casio,
primero del linaje de los Banu Qasi, se convirtió al Islam. Sus descendientes
lograron en el siglo IX una posición preponderante llegando a conocerse a Mūsà ibn Mūsà como el tercer rey
de España. Los dirigentes de Pamplona firmaron un acuerdo de paz con los
musulmanes quienes instalaron una guarnición en la ciudad. A lo largo del siglo
VIII, tanto pamploneses como alaveses continuaron siendo cristianos y por ello
pagaron la yizia, un tributo cuyo
pago simboliza el reconocimiento de la autoridad del califa por los cristianos.
Aprovecharon las crisis del poder islámico para zafarse temporalmente del pago,
lo que el poder musulmán solventaba con el envío de expediciones. Entre medias,
la batalla de Roncesvalles de 778, que no pasó de una escaramuza. Después, Mikel, llama nuestra atención a las dinámicas que se generan en estos
espacios periféricos de al Ándalus. La
guerra y el tributo, el conflicto y la paz, eran dos mecanismos esenciales en
las relaciones entre los Poderes vascos y el Emirato. Las alianzas con otros Poderes cristianos o musulmanes del entorno que, a veces, se materializaban
incluso en matrimonios eran habituales, bien para hacer alguna razzia o ayudar a algún rebelde
musulmán. Mikel nos nuestra algún ejemplo esclarecedor. Las victorias traían riquezas que
permitían afianzar la posición de las familias en la jerarquía social mediante
la distribución de las mismas entre sus clientelas. En cambio, las derrotas
podían ser desastrosas para un grupo familiar. Continua, explicando la evolución de los territorios de Álava y Pamplona
en el siglo IX. Álava se convirtió en un condado del reino de Asturias, de
hecho el rey Alfonso II tenía ascendencia alavesa, y desde finales del siglo
VIII los musulmanes lo consideraron territorio de guerra. Por el contrario, en
Pamplona –después de una breve aproximación a los Carolingios– se construyó un
reino. No surge como reacción de los cristianos al Islam, sino como el
resultado de las transformaciones sociales y políticas favorecidas por las
dinámicas de la periferia de al-Ándalus. El primer rey de Pamplona conocido fue
Eneko Aritza (muerto en 851) cuya autoridad se basaba en una doble legitimidad:
para los habitantes del país era su rey cristiano mientras que para el Emir era
su representante en Pamplona. En
último lugar, Mikel, muestra algunas de las consecuencias de esta doble
legitimidad en el interior y la forma en la que se producía la dominación
social en el naciente reino de Pamplona. Respecto a la primera cuestión,
algunos elementos, a priori contradictorios, permitieron mantener un tenso
equilibrio en el interior del país: Pamplona era la zona de los gobernantes
vinculados al poder islámico, mientras que el espacio de lo sagrado estaba en
el norte donde surge además un cristianismo de combate materializado en
discursos como el de la Vida de Mahoma
escrito en el monasterio de Leire. Respecto a la segunda, el poder político del
rey no era algo abstracto, sino que se convertía en poder socioeconómico a
través del control del espacio no cultivado: dirimiendo los conflictos entre las
comunidades y recibiendo de ellas ciertos pagos.
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