Doctor en Filosofía por la Universidad del País Vasco (premio extraordinario),
es profesor invitado en varias universidades y colaborador en el Instituto de
Gobernanza Democrática Globernance. Sus áreas de trabajo son la ética
pública, la bioética, los derechos humanos y la filosofía de las tecnologías
disruptivas. [Miembro del OECD Expert Group on Research ethics and new
forms of data for social and economic research]. Editor y autor de varias
obras sobre estos temas, ha sido fundador de la revista electrónica de éticas
aplicadas DILEMATA. En la actualidad forma parte de los
equipos de investigación de INBOTS CSA network: Inclusive Robotics for a
better Society, EXTEND: Bi-directional Hyper-connected Neural System,
BIODAT: Datos en salud y Detección y eliminación de sesgos en algoritmos
de triaje y localización para la COVID-19 [Fundación BBVA]. Vocal
independiente de la Comisión de Ética Pública del Gobierno Vasco y Patrono
de la Fundación Clúster de Ética del País Vasco y de Estudios Jurídicos y
Sociales (Fundación EJYS), colabora también en el Comité de Expertos sobre
Envejecimiento de la Fundación General CSIC y en la Red ESPACyOS (Ética
Salubrista para la Acción, Cuidados y Observación Social).
Robótica inclusiva e Inteligencia Artificial para el bien común: un desafío ético La
robótica, las interfaces cerebro-máquina, la inteligencia artificial (IA) y la ciencia de
datos masivos forman parte de esas tecnologías que se están desarrollando a
gran velocidad y cuyo potencial de transformación de la sociedad es enorme. A la
vez que abren prometedoras oportunidades en ámbitos como la medicina, el
transporte, los cuidados, la administración... plantean importantes interrogantes.
Nuestra realidad y nuestra vida se configuran ya como sistemas sociotécnicos en
los que interactuamos personas, dispositivos, datos, algoritmos, robots. La
interacción de los seres humanos con los robots y la IA está acelerando nuestra
configuración y autocomprensión, donde se difuminan las fronteras entre los
sujetos humanos y la tecnología y donde los seres humanos trabajamos con los
artefactos en una suerte de simbiosis entre la inteligencia humana y la artificial. La
robótica y la IA son por tanto tecnologías disruptivas en la medida en que
transforman profundamente los sistemas, ya sean sociales, económicos o
naturales, modificando no solo objetos, sino también hábitos, costumbres y
relaciones. Los robots y la IA ya no son protagonistas de mitos antiguos o del
folclore popular, ni tampoco objeto exclusivo de tratamiento por parte de la ciencia
ficción y el cine. Nos preocupan porque no tenemos claro si nos servirán de ayuda
o supondrán una amenaza. La posibilidad de crear vida e inteligencia artificial nos
confronta con nosotros mismos y nos coloca ante un espejo en el que mirarnos y
aprender de nuestras propias luces y sombras. Y ya sabemos que los artefactos
tecnológicos incorporan valores y tienen política, no son neutrales. Por ello se
hace indispensable un análisis ético de dichas tecnologías, identificando los
peligros que queremos evitar e introduciendo desde el diseño mismo los valores
que queremos promover, especialmente la inclusividad y la orientación al bien
común. La ética constituye una poderosa herramienta para el empoderamiento
tecnológico de la ciudadanía, previniendo las injusticias algorítmicas que pueden
producir la robótica, la ciencia de datos y la IA (discriminación, perfilamiento,
sesgos), e impulsando un necesario nuevo contrato “tecno-social”.
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